La música es el lenguaje de los recuerdos, la ciencia capaz de sacar a flote aquellos
instantes de tiempo que pensabas haber perdido. Por eso, la música es para mí, una luz
que aclara la negrura que provoca el olvido, la que me ayuda a recordar mis orígenes y la
que me recuerda quién soy cuando más lo necesito.
La docencia por otro lado, creo que complementa perfectamente al músico ya que, al igual
que la música, el profesor no manda, sino que acompaña; no exige sino que aconseja.
Enseñar supone aprender, por eso mantengo una disposición abierta y flexible para integrar
a cada uno de los peques que entrar en la escuelita. Y, al igual que cuando se aprende
música, solo se hace de una manera, escuchando y dejando hablar a todas las voces y,
además, sentir el silencio que esconde las palabras.