Para mí, la música es una forma de expresión del alma. En ella, todas las luces y sombras del ser humano se reflejan. Es una forma de disfrute, de desinhibición y de juego. Es conectar con mi esencia y mi autenticidad.
Expresar sentimientos de forma vulnerable me hace mirar el mundo con los ojos de la niña que fui. Me hace sentir a la niña que llevo dentro y me hace despertar sentimientos en los demás. Para mí, ese es el poder de la música. Ella nos abre en canal interiormente y exteriormente con el resto del mundo.
Me dedico a componer y a cantar como forma de vida. Desde bien pequeña, con un boli, un papel y un teclado ya era feliz.
La docencia musical es una de las vías por las cuales comparto mi mirada y despierto la magia en mis alumnos. Es una forma de embellecer el mundo y utilizar la música a nuestro favor, con una mirada llena de empatía, de conciencia y de humanidad.