La música llegó a mi vida de manera fortuita. Era una niña alegre y risueña pero que tampoco prestaba especial atención a la música. Hasta que mi profesora del colegio, Mari Cruz, vio en mí capacidades musicales
y recomendó a mi familia apuntarme al Conservatorio.
Mi madre me preguntó si quería ir y dije que sí sin saber tan siquiera lo que era y sin conocer todos los instrumentos musicales. Elegí como primera opción la Flauta Travesera que me sigue acompañando en esta aventura de la vida 21 años después. ¡Y los que quedan!
Mi vida se ha construido en torno a la música. Me hace crecer día a día no sólo como músico, sino también como persona. Me da la oportunidad de compartir y conectar continuamente con la gente y conmigo misma. Qué privilegio poder transmitir esa magia a los más pequeños. Que jueguen, que experimenten, que se diviertan, que conecten con la música que flota a su alrededor.